Hola
o, como dicen/decimos los patafísicos (eso será objeto de discusión en el presente blog):
Ha-ha
A la hora de crear este blog (este conjunto de publicaciones subversivas, patafísicas, situacionistas, individualistas y rabiosamente anticonvencionales), he incurrido en el error de escribir incorrectamente mi nombre.
Elegido para el propósito el que aún hoy día tenemos por lema de la patafísica (o, más concretamente, del Colegio de la Patafísica de París), una de las muy usuales meteduras de pata con el teclado ha conseguido que escriba "Eadem Mutata Resuego" en lugar del más correcto "Eadem Mutata Resurgo" ((Siendo la misma) vuelvo a surgir cambiada).
Sin embargo, mi infalible olfato patateórico ha logrado que me desengañe: ¿Qué ganaba yo, desocupado lector, afanándome en buscar el botón, la opción, la letra y el "aceptar', ese consabido proceso que es la marcha atrás, la corrección de errores que es el único oficio que un escritor debe poner en práctica, puesto que escribir no es nada, puesto que escribir es tan natural como respirar, como seguir viviendo para él?
Este blog no lo quiero pasivo e inmóvil cual las estatuas; la participación, intelectual o dialéctica del lector, es indispensable para su éxito. Por eso, el incidente antes relatado ha servido para encontrar, involuntariamente (que es la mejor forma de encontrar, de desencontrar lo perdido por la tradición o la convención) un tema de reflexión para dar inicio a este blog.
Yo he defendido y mantenido mi error involuntario para mantener el juego, para avivar el fuego de lo imprevisto y lo inusual, para reivindicar el poder subversivo de la equivocación que no se corrige, que se defiende como quien defiende la familia, el marxismo, la religión.
Decidir concienzudamente (¿!) si el error debe mantenerse o erradicarse es ahora tarea del aplicado lector.
Gracias.